Salud Mental en la Infancia y Adolescencia
Salud Mental en la Infancia y Adolescencia

Los trastornos de salud mental en los niños se definen generalmente como retrasos o interrupciones en el desarrollo del pensamiento, en las conductas, en las habilidades sociales o en la regulación de las emociones adecuados para la edad. Estos problemas son inquietantes para los niños y perturban su capacidad de desenvolverse bien en el hogar, en la escuela o en otras situaciones sociales.

Una de cada cuatro personas sufrirá una enfermedad mental a lo largo de su vida. Una cifra que aumenta si nos centramos en los colectivos más vulnerables. Así, de los casi 48.000 niños y niñas que crecen en el sistema de protección en España, la mitad de ellos (el 48,7%) está recibiendo algún tipo de tratamiento de salud mental.


Incluso en las mejores circunstancias, puede ser difícil distinguir entre las emociones y los comportamientos desafiantes que son consistentes con el desarrollo infantil típico y aquellos que son motivo de preocupación. Es importante recordar que muchos trastornos como la ansiedad, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y la depresión pueden ocurrir durante la infancia. De hecho, muchos adultos que buscan tratamiento recuerdan cómo estos trastornos afectaron su niñez y quisieran haber recibido ayuda antes. En general, si el comportamiento de un niño persiste por algunas semanas o más, causa angustia al niño o a la familia e interfiere con el funcionamiento en la escuela, en el hogar o con los amigos, entonces considere buscar ayuda. Si el comportamiento de un niño es peligroso, o si un niño habla de querer hacerse daño a sí mismo o a otra persona, busque ayuda de inmediato.


Los niños pequeños pueden beneficiarse de una evaluación y tratamiento si:


Tienen rabietas frecuentes o están sumamente irritables la mayor parte del tiempo

A menudo hablan de sus miedos o preocupaciones

Se quejan de dolor de estómago o dolores de cabeza frecuentes sin causa médica conocida

Están en constante movimiento y no pueden quedarse quietos (excepto cuando miran videos o juegan videojuegos)

Duermen demasiado o muy poco, tienen pesadillas frecuentes o parecen que tienen sueño durante el día

No están interesados en jugar con otros niños o tienen dificultad para hacer amigos

Tienen problemas académicos o recientemente sus calificaciones han bajado

Repiten sus acciones o verifican las cosas muchas veces por miedo a que algo malo pueda suceder.


Los niños mayores y los adolescentes pueden beneficiarse de una evaluación si:


Han perdido el interés en las cosas que solían disfrutar

Tienen poca energía

Duermen demasiado o muy poco, o parecen tener sueño durante todo el día

Pasan más y más tiempo solos y evitan las actividades sociales con amigos o familiares

Tienen miedo a aumentar de peso o hacen dieta o ejercicio de manera excesiva

Se autolesionan (por ejemplo, se cortan o se queman la piel)

Fuman, beben o usan drogas

Participan en conductas arriesgadas o destructivas solos o con sus amigos

Tienen pensamientos de suicidio

Tienen períodos de muchísima energía y actividad y requieren dormir mucho menos de lo habitual

Dicen que piensan que alguien está tratando de controlar su mente o que escuchan cosas que otras personas no pueden escuchar.


Una evaluación exhaustiva puede ayudar a determinar si es necesario dar tratamiento y qué tratamientos pueden ser más eficaces. El tratamiento temprano puede ayudar a abordar las dificultades actuales del niño y también puede ayudar a evitar problemas más graves en el futuro.Si observas alguno de estos indicadores consulta con el pediatra , psicólogo o psiquiatra infantil para una detección temprana que permitirá mejorar la calidad de vida del menor y su familia.

Share by: